Un análisis reciente de los datos recopilados por la sonda Voyager 2 de la NASA durante su paso por Urano en 1986 ha resuelto varios enigmas relacionados con este distante planeta, que gira de manera lateral sobre su eje. Los descubrimientos realizados durante esa misión han revelado nuevos detalles sobre las características de Urano, su sistema de anillos y lunas, así como sobre su misteriosa magnetosfera, lo que ha permitido a los científicos ofrecer explicaciones a los misterios que desconcertaron durante años.

Cuando la Voyager 2 pasó cerca de Urano, los científicos se enfrentaron a un fenómeno inesperado: los cinturones de radiación del planeta, compuestos por partículas energizadas, desafiaron las teorías previas sobre cómo los campos magnéticos deberían atrapar la radiación de partículas. Además, Urano parecía comportarse de manera atípica en comparación con otros planetas de nuestro sistema solar. A pesar de los avances de la ciencia, el misterio permaneció sin explicación hasta ahora.

El clima espacial y su impacto en Urano

Ahora, 38 años después, un nuevo análisis de los datos ha proporcionado respuestas clave. Los científicos han descubierto que la fuente de los misterios observados por la Voyager 2 fue el efecto de un inusual fenómeno de clima espacial. En los días previos al paso de la sonda, Urano había sido afectado por un evento solar que comprimió drásticamente su magnetosfera, alterando su estructura y dinámica.

«Si la Voyager 2 hubiera llegado unos días antes, habría observado una magnetosfera completamente diferente en Urano», dijo Jamie Jasinski, científico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA y autor principal del nuevo estudio publicado en Nature Astronomy. «La nave espacial vio a Urano en condiciones que solo ocurren alrededor del 4% del tiempo».

Este fenómeno de compresión de la magnetosfera ocurrió cuando el viento solar —un flujo de partículas cargadas procedentes del Sol— interactuó con el campo magnético de Urano. Este evento provocó la expulsión temporal de plasma de la magnetosfera del planeta y alteró la distribución de las partículas energizadas, lo que resultó en la intensificación de los cinturones de radiación del planeta.

Un enigma resuelto: las lunas de Urano y el plasma faltante

Uno de los grandes misterios que rodeaban a Urano tras el paso de la Voyager 2 era la ausencia de plasma en la magnetosfera del planeta. Los científicos habían previsto que las lunas principales de Urano deberían estar produciendo iones de agua, como ocurre con las lunas heladas de otros planetas exteriores como Júpiter y Saturno. Sin embargo, los datos no mostraban la presencia de este plasma.

El análisis reciente ha revelado que el viento solar, al comprimir la magnetosfera, probablemente expulsó el plasma de la región alrededor de Urano. Este fenómeno también provocó una breve intensificación de la dinámica de la magnetosfera, lo que permitió que los cinturones de radiación se reforzaran con electrones, generando una actividad inusual en la atmósfera del planeta.

Posible actividad geológica en las lunas de Urano

Este hallazgo también plantea la posibilidad de que algunas de las lunas de Urano sean geológicamente activas. Aunque previamente se había considerado que las cinco principales lunas de Urano no tenían actividad interna, el nuevo análisis sugiere que es plausible que estas lunas hayan estado arrojando iones hacia la magnetosfera de Urano durante todo el tiempo, pero que los efectos del viento solar habían ocultado temporalmente esos datos.

Con estos nuevos descubrimientos, los científicos consideran que Urano, al igual que otros planetas exteriores, presenta una magnetosfera dinámica que interactúa de manera compleja con el viento solar, y que su sistema de lunas podría ser más activo de lo que se pensaba inicialmente.

La Voyager 2: Más allá del sistema solar

La sonda Voyager 2, que fue la primera nave en realizar un sobrevuelo cercano a Urano, sigue operando actualmente desde el espacio interestelar. Ahora, a casi 21.000 millones de kilómetros de la Tierra, la Voyager 2 continúa transmitiendo datos valiosos sobre los rincones más alejados del sistema solar y más allá.