La reciente escalada en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China ha alcanzado un nuevo pico tras la imposición de aranceles por parte de Washington sobre productos chinos. Pekín, a través de su portavoz Lin Jian, ha respondido contundentemente, calificando las medidas como una estrategia de «presión y chantaje» y advirtiendo que tomará «contramedidas legítimas y necesarias».
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China no dejó lugar a dudas sobre la postura de su país, afirmando que si Estados Unidos busca una guerra, sea comercial o de cualquier otro tipo, China está dispuesta a luchar «hasta el final». Además, Jian señaló que aquellos que intenten presionar a China «están calculando mal» y reiteró que Estados Unidos no debe utilizar la crisis del fentanilo como excusa para justificar el aumento de los aranceles.
Estados Unidos justificó esta nueva medida alegando que la subida de aranceles está relacionada con el combate al narcotráfico, específicamente con el tráfico de fentanilo, una droga sintética que ha generado una grave crisis de salud pública en el país norteamericano. Washington ha acusado a China de permitir la exportación de precursores químicos utilizados para la fabricación de esta sustancia. Sin embargo, China ha rechazado enérgicamente estas afirmaciones, con Lin Jian insistiendo en que Pekín ha cooperado activamente en la lucha contra el tráfico de fentanilo.
«Estados Unidos, nadie más, es responsable de la crisis del fentanilo dentro de su país», declaró el funcionario chino, quien también acusó a Washington de utilizar este problema como una excusa para imponer barreras comerciales sin reconocer los esfuerzos de cooperación de China.
La disputa sobre el fentanilo ha sido un punto de fricción en las relaciones bilaterales en los últimos años, a pesar de algunos acuerdos entre ambos países para frenar el tráfico de esta droga. Sin embargo, la presión de Estados Unidos sobre Pekín sigue aumentando, exigiendo medidas más estrictas para frenar la producción y exportación de los precursores químicos del fentanilo.
Los nuevos aranceles impuestos por la administración de Joe Biden afectan una amplia gama de productos chinos, desde tecnología avanzada hasta manufacturas, con la intención de proteger a las empresas y trabajadores estadounidenses frente a lo que Washington considera una competencia desleal. No obstante, Pekín ha advertido que estas acciones podrían desencadenar una guerra comercial con repercusiones negativas tanto para ambas economías como para el comercio global.
China ha asegurado que responderá con medidas equivalentes, aunque aún no ha detallado qué acciones tomará. En el pasado, Pekín ha recurrido a medidas como la imposición de aranceles a productos agrícolas estadounidenses, restricciones a la exportación de minerales estratégicos y la implementación de regulaciones a empresas extranjeras que operan en su territorio. La incertidumbre sobre las contramedidas de China mantiene a los mercados en vilo, mientras la guerra comercial entre las dos principales economías del mundo parece estar lejos de resolverse.
Esta nueva etapa de confrontación refuerza la perspectiva de que el conflicto entre Estados Unidos y China no solo afecta a las dos naciones, sino que también tiene implicaciones de largo alcance para el comercio global, en un contexto de creciente polarización económica y política.