El asteroide 2024 YR4, descubierto en diciembre por un telescopio en Chile, ha captado la atención mundial debido a sus posibilidades de impacto con la Tierra. Según datos actualizados por la NASA el 17 de febrero, las probabilidades de que el asteroide choque contra el planeta el 22 de diciembre de 2032 han aumentado al 2,2%, lo que equivale a 1 entre 45. Aunque los expertos coinciden en que el riesgo global sigue siendo bajo, el aumento en las probabilidades ha llevado a un reforzamiento de la vigilancia y la activación de la red mundial de centros de protección planetaria.

A pesar de la preocupación generada por la posible colisión, los científicos han revelado que el asteroide, de aproximadamente 55 metros de diámetro, también podría impactar contra la Luna, una posibilidad remota pero estadísticamente posible. Según los cálculos orbitales realizados por David Rankin, ingeniero del Catalina Sky Survey de la Universidad de Arizona, existe un 0,3% de probabilidad de que el impacto ocurra en nuestro satélite.

El asteroide, que viaja a una velocidad de 48.000 kilómetros por hora, representa una amenaza limitada para la civilización humana. Sin embargo, un impacto directo con la Tierra podría liberar una energía equivalente a más de 500 veces la de la bomba de Hiroshima, causando una devastación local significativa. Las simulaciones indican que la trayectoria de riesgo de impacto pasa por varias grandes urbes, como Bogotá, Lagos y Mumbai. En caso de que el impacto ocurriera, se podría formar un cráter de hasta 2 kilómetros de diámetro.

Aunque los científicos aseguran que cualquier material expulsado por el impacto se quemaría en nuestra atmósfera, el evento podría ser espectacular. Si el impacto se produjera en la Luna, se generaría un destello más brillante que la luna llena, visible a simple vista desde la Tierra, lo que ofrecería un espectáculo cósmico único.

Para obtener datos más precisos, el telescopio espacial James Webb se sumará a las observaciones en marzo, mejorando la precisión de las mediciones y aportando más información sobre el asteroide antes de que desaparezca de nuestra vista hasta 2028. Aunque algunos expertos, como Larry Denneau de la Universidad de Hawái, minimizan el riesgo y lo califican como una «curiosidad astronómica», las probabilidades de que el asteroide no impacte contra la Tierra son del 97,8%, y los científicos esperan que con más observaciones la posibilidad de colisión se reduzca aún más.

Si bien el riesgo de impacto sigue siendo bajo, la historia de observaciones similares ofrece motivos para el optimismo. En 2021, la NASA descartó la posibilidad de impacto del asteroide Apophis en 2068 después de nuevas observaciones. En caso de que el peor escenario ocurriera, la NASA ya ha demostrado su capacidad para desviar asteroides, como lo hizo con éxito en la misión DART de 2022, la primera prueba de defensa planetaria de su tipo.

Por ahora, el asteroide 2024 YR4 representa más una curiosidad científica que una amenaza real. No obstante, si el destino final del asteroide es la Luna, la humanidad podría ser testigo de un fenómeno cósmico sin precedentes.

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