La debacle se consumó y, aunque la veíamos venir, no quisimos creerla. Por primera vez en ocho Mundiales, México no estará en octavos de final. El final de una sana tradición futbolista y, también, el de un proceso tortuoso y controversial.
Ocurrió que, tras una noche eléctrica y casi tragicómica en Lusail, los imponderables que en otras ocasiones habían sonreído al ‘Tri’ ahora cayeron del lado opuesto. No siempre será el día de suerte. El VAR, viejo amigo, resultó una molestia inoportuna.
Las tarjetas amarillas, los goles en contra, a favor, y hasta el índice de transpiraciones por minuto; en fin, ninguna variable operaba a favor de la Selección Mexicana. Pero esto va más allá de ello. La eliminación proviene de mucho antes, de muchas otras falencias. Los goles de Henry y Chávez solo serán un recuerdo agridulce.
‘El Tri’, lleno de furia y fulgor, arrancó el partido alimentado por el tronío desfavorable. La clave: descifrar las galopadas coordinadas de la retaguardia saudí. Lozano, un mago para esos menesteres, lo logró al primer intento: Alexis no fue capaz de decidir entre el fogonazo o la delicatessen sobre Alowais.
Vega volvió a merodear el gol cuando la pelota picó en los aposentos de Alowais, poco antes de que el majestuoso tiro libre de Kanno causara una epidemia de sudores fríos desde Lusail hasta Tijuana. El punterazo de bolea de Chávez confirmó las sospechas: al ‘Tri’ le cuesta crear hasta cuando su vida depende de ello. Un doblete de ocasiones de Orbelín, remate recambolezco y cabezazo bloqueado por las ingles de Sultán, dieron cuenta de que el partido había cambiado de color. De blanco a verde.
Los apellidos que se inscribieron al gol comenzaron a sumarse: Chávez, Gallardo, Martin. Un topetazo frente a tres saudíes. Un calcetinazo hacia la nada. Un remate de aire con dirección a las torres de Lusail. Y los minutos sin gol se seguían acumulando.
Y mientras Messi no cumplía los mínimos deberes (los que suele errar), Arabia encontró luz al final del túnel. Al Shehri y Kanno perturbaron a Ochoa y despertaron a las masas saudíes. Eran 60 mil, pero sonaban a toda Medina. ‘El Tri’ se marchó aliviado a vestidores tras 45 minutos de dominio y seis, el descuento, de tortura.
Y el reloj se detuvo, al final. Largó Chávez el córner, Montes prolongó el primer poste y Henry rompió el maleficio. México recuperó color, alma, brío. Y Lusail se transfiguró en el Estadio Azteca. Entonces, ‘El Tri’ entró en modo berserk.
México queda eliminado del Mundial pese a ganarle a Arabia
Fútbol por el más salvaje de los impulsos: la mera supervivencia. Y, sí, hubo algo de estética en el medio. Y Chávez, con el gol de su vida, un tiro libre marca-Messi, encendió las esperanzas. El corazón en un puño. Las lágrimas en torrente. La realidad virtual abortó el éxtasis acto seguido: la espalda de Henry Martin estaba tras el plano prohibido. La locura. Parece, parece. ¿Será? ¿Pasará?
Y entonces Henry Martín prendió la pelota de sus sueños, un bombazo lleno de ilusión, después de que Lozano fuera a pelear un balón aéreo. El impacto se perdió entre la feligresía verde con la morriña de las oportunidades que no vuelven.
Chávez no se rendía, su pierna aún tenía magia para repartir, solo que ahora Alowais sí reaccionó con competencia. Desde entonces, México se entregó a sus instintos. Orbelín, disparo bajo que le susurró al poste de Alowais; Lozano escapa y Albulahyi salva casi sobre la línea el esmero de Antuna con tres dedos.
Y una tras otra; y también triquiñuelas del VAR: la remontada era posible en la era de las tinieblas tecnológicas, cuando clamábamos por ellas. Ahora, Antuna es el que había incurrido en terrenos prohibidos.
Y tic tac. México hiperventiló mientras Lusail transmutaba hacia el Stadium 974. A hacer cuentas, rezar, ojo al gato y otro al garabato, y deliro. Y Messi, ¿por qué nos haces esto? Los epílogos mexicanos en Mundiales nunca son normales. El gol saudí, una pincelada entre Salem y Bahbri, ejerció como un trágico colofón. ‘El Tri murió en la orilla, pero para los registros históricos de poco servirá el consuelo estético. La historia no les absolverá.