Lorena Ramírez. Campeona Rarámuri de 100 km. Corre con huaraches. Una prestigiosa marca de ropa deportiva le obsequió unos tenis, cuando le preguntamos si los usaría para correr, nos dijo: «Para qué si los que los usan corren detrás de mí».
El camino para ser un atleta de alto rendimiento es difícil, desde el dolor que producen las lesiones hasta la ausencia de apoyo por parte de patrocinadores o incluso las propias instituciones que están obligadas a hacerlo. No obstante, considero que los deportistas indígenas del país tienen una batalla aun más difícil, pues desgraciadamente se encuentran en situación de marginación y pobreza.
Nuestros atletas indígenas nos enorgullecen adonde sea que vayan, representan a México y ponen a nuestra nación en lo más alto, pero no debemos olvidar nunca que tenemos una gran deuda con ellos, pues, a pesar de ser sobresalientes en las disciplinas que se desempeñan, es labor de nosotros tender puentes y facilitarles lo más que podamos esta travesía por el mundo del deporte.
Tomemos como ejemplo el caso del equipo de niños indígenas que en el año 2013 compitieron en un torneo de basquetbol en Estados Unidos estando descalzos, hecho que incluso pudo haber causado que fueran descalificados de la justa deportiva, dado que, al no contar con el apoyo necesario para su entrenamiento, les era imposible contar con el calzado adecuado para practicar.
Aunque para algunas personas esto pueda parecer un relato conmovedor y muestra de coraje por parte de estos niños, opino que en lugar de decir que ellos
«lo lograron a pesar de los obstáculos», más bien deberíamos avergonzarnos, pues estos niños no tendrían por qué padecer tales carencias como la falta de zapatos.
En el México desconocido en el área del deporte indígena reconozco a esos valerosos individuos y sirvan estas líneas para homenajearlos: Carlos López Ramírez: el pequeño campeón descalzo; María Lorena Ramírez Hernández: rarámuri in crescendo; Silvino Cubesare Quimare, Daniel Ponce de León, entre muchas y muchos más.
El acceso al deporte es un derecho que tenemos todos los mexicanos, pues es un medio para tener una buena vida y disfrutar del ejercicio per se, sin embargo, debemos asegurarnos de que cada uno de nuestros compatriotas cuente con el equipamiento y la preparación para hacerlo, sobre todo si hablamos de niños y jóvenes que representan el nombre de México a nivel internacional. Debemos comprometernos con los pueblos originarios y no permitir que esto siga sucediendo, hay que darles la visibilidad que ellos merecen y atender sus peticiones para hacer que ellos brillen como las estrellas que son y su valioso talento no sea desperdiciado o mal aprovechado.
Siempre he creído que hay que hacer valer nuestros derechos y procurar que los derechos de los demás no sean vulnerados, entonces hagamos que esto se convierta en la realidad de los atletas indígenas que tanto admiramos y nos demuestran que es cierto: solo nosotros mismos nos ponemos nuestros propios limites, pero no nos contentemos con eso mientras ellos carecen de los instrumentos necesarios para su desarrollo deportivo. Hagamos más por ellos siempre que podamos, pues son seres increíbles que dejan clara su pasión por el deporte, su compromiso con la disciplina que ejercen y su amor por este bello país.
Dicen por ahí: «lo que bien comienza, bien termina», y este capítulo es el gran principio de muchos éxitos y de logros por el bien de Quintana Roo. ¡Sí al deporte!
¡Sí al deporte! ¡Sí al deporte!