“Cuando hago el bien, me siento bien. Cuando hago el mal, me siento mal. Y esa es mi religión”. (Abraham Lincoln).

Las referencias de los valores tienen una larga historia, de hecho, se consideran tan antiguos como la propia historia humana. Sin embargo, cuando el hombre se encontraba en su estado primitivo, no había recursos para llevar estos registros, fue hasta que apareció la escritura que se comenzaron a tener los primeros reconocimientos.

Cada uno de nosotros orienta su comportamiento de acuerdo a los valores que hemos adquirido y asumido a lo largo de nuestra vida. Es un conjunto de principios, creencias y creencias profundas sobre cómo debemos actuar, sentando las bases para ayudarnos a evaluar la realidad y lo que debemos o no debemos hacer.

Guillermo Ruiz Llamas y Dolores Cabrera Suárez, autores de Los valores en el deporte, exponen que tradicionalmente, el deporte ha sido visto como un medio adecuado para hacer realidad los valores del desarrollo personal y social; afán de superación, integración, respeto por las personas, tolerancia, apego a las normas, constancia, trabajo en equipo, superación de limitaciones, autodisciplina, responsabilidad, cooperación, honestidad, lealtad, etc. Estas son cualidades que todo el mundo quiere y se pueden lograr a través del ejercicio y la guía de maestros, entrenadores y familias.

Ante la necesidad de hacer posible que estos valores se desarrollen y perduren en la persona, siempre con el apoyo de todos los agentes implicados, además de ayudarla a conseguir un pleno desarrollo físico, intelectual y social, y una mejor integración en la sociedad; la UNESCO ha hecho hincapié en que la educación en el siglo XXI reconoce cada vez más el papel de los valores y las habilidades sociales para abordar desafíos globales como la inactividad, la obesidad, el desempleo y los conflictos. Este enfoque está en el corazón de los Objetivos de Desarrollo Sostenible sobre Educación de Calidad, que promueven oportunidades inclusivas de aprendizaje a lo largo de toda la vida y la entrega de contenido innovador.

El deporte moviliza emociones y sentimientos, pero sobre todo puede influir en las actitudes y comportamientos de las personas, a través de los valores que transmite: esfuerzo, superación, perseverancia, igualdad, respeto, deportividad, solidaridad y compañerismo, éxito personal y colectivo, entre otros muchos.

 He leído muchas corrientes de pensamiento sobre el tema e inclusive posturas encontradas, la línea en común que une todas estas es que indudablemente el deporte es benéfico para la creación de personas de bien. Es aflictivo ver que la niñez venera como ídolos a personas que cometen actos ilícitos en el ámbito de las drogas, cantando sus canciones y copiando irreflexivamente sus vestimentas y “estilos de vida”. En mi caso, el poster del deportista en la pared de mi habitación era un ritual que al levantarme me enfocaba en mis objetivos, que me hacía soñar en la grandeza y el triunfo. Juntar el álbum con mis jugadores de futbol soccer antes de que comenzara el mundial, me daba una emoción inexplicable.

En Quintana Roo se comenzará una nueva página, la mujer que guiará las riendas de este estado impulsará y sin dudarlo retomará la agenda de valores deportivos para nuestro estado. Dicen por ahí: “lo que bien comienza, bien termina”, y este capítulo es el gran principio de muchos éxitos y de logros por el bien de Quintana Roo. ¡Sí al deporte! ¡Sí al deporte! ¡Sí al deporte!